martes, 5 de agosto de 2014

Después de las Mariposas y las Estrellitas

Después del período de enamoramiento o luna de miel, que tiene una duración variada, viene una segunda etapa, que me gusta denominar “Después de las Mariposas y las Estrellitas”, de la que te das cuenta cuando ocurre “algo” en la relación, es decir que uno, o los dos, hacen algo que hiere al otro, y dejan de ver todo “color de rosa”.  

Ha pasado el apasionamiento y ahora la relación es más “compañera” y rutinaria.  

Ambos comienzan a mirarse el uno al otro como seres autónomos, ya no están “pegados”, en confluencia, como si fuera un solo ser.  Ya no ven estrellitas cuando se besan.  Ya no ven a ese ser “perfecto” que veían antes, sino que comienzan a darse cuenta que su pareja es un ser humano con virtudes y fortalezas, y también con algunos aspectos negativos, que les disgustan.  Esto trae como consecuencia, que comiencen a tratar algunos temas que no veían o reprimían quizá por miedo a la discusión o al conflicto.

Esta segunda etapa le presenta a la pareja el reto de quedarse y no salir corriendo frente a las situaciones desagradables o desacuerdos.  Es probable que haya drama, llantos, a veces gritos ante los desacuerdos. Empiezan a darse cuenta que la comunicación con su pareja ya no fluye como antes, que no pueden quedarse callados ante las cosas que les molestan, como solían hacerlo en la etapa de enamoramiento, y no saben cómo hacerlo de manera "efectiva".

Comienzan a verse en el espejo que es su pareja, y no les gusta la imagen que ven. Piensan que esa imagen que están viendo es el otro, cuando en realidad cada uno se ha convertido en espejo para el otro, lo que quiere decir que esa imagen que están viendo, no les gusta, y es fea, es su propia imagen.  El reto aquí está en darse cuenta y aceptar que esa imagen fea es la suya y no la de su pareja.

Yehuda Berg, en su libro, Reglas Espirituales de las Relaciones, plantea una pregunta clave que debe hacerse la pareja en esta etapa: ¿Puedo respaldar a esta persona que se encuentra frente a mí?  Y cuando nos hacemos esta pregunta, es necesario estar claros en que ya no se trata de aquélla imagen idealizada que teníamos de nuestra pareja, durante la etapa de enamoramiento, sino de la persona real de "carne y hueso" que tengo frente a mí y con quien comparto la cama, el baño, la preparación de la comida, lavar los platos, lavar la ropa, el carro ... ¿Puedo respaldar a esta persona que se encuentra frente a mí?  Es necesario ser honestos… Si tu pareja viaja todo el tiempo y no está contigo todas las noches, necesitas preguntarte si estás dispuest@ a vivir de esta manera, o si es policía y se enfrenta al peligro constantemente, necesitas preguntarte si puedes respaldarl@ aun cuando l@ necesitas en casa por las noches…Si es consultor y está muchas horas trabajando en clientes y no comparten el tiempo que esperabas... o es artista y canta por las noches y tiene cada vez más fans y te sientes celos@...

Si tu respuesta a esta pregunta es "sí", esta etapa es una real oportunidad para el crecimiento individual y el de la pareja.  Es el momento de darse cuenta del deseo real, que va más allá del apasionamiento y sentar las bases de la pareja. En esta etapa la pareja tiene la oportunidad de aprender a mostrar y distinguir la individualidad y diferencias entre ambos y encontrar una forma de llegar a acuerdos, establecer planes y respaldar al otro, tal como es y no como creía que era…

En esta segunda etapa pudieran surgir diferencias relacionadas con los objetivos como pareja, y su relación con los objetivos personales de cada uno.  Es probable que no tengan un plan de vida claro como pareja y este hecho traiga como consecuencia numerosos conflictos por que cada uno está yendo en una dirección diferente (generalmente no son conscientes de esta situación).  

En esta etapa quizá comiencen a surgir desacuerdos relacionados con el rol que le corresponde a cada uno y las actividades y “derechos y responsabilidades” de cada uno en la relación.  Esto incluye generalmente temas logísticos como por ejemplo quién cocinará, quién será el responsable de lavar la ropa, o de fregar los platos, o de hacer los pagos… El tema de cómo se repartirán las tareas de la casa…

Pueden hacerse evidentes diferencias de creencias que no sabían que tenían.  Pueden ser creencias no sólo sobre el funcionamiento logístico de la casa, sino sobre las relaciones con los amigos después de que están viviendo juntos, o sobre la diversión juntos, o el espacio personal y de pareja, sobre el sexo (frecuencia, gustos, juegos),  la fidelidad, la privacidad de cada uno (compartir o no las claves del facebook, celular, correo electrónico) o los celos, o el momento de tener hijos y la posterior responsabilidad...

El embarazo, si se da en esta etapa, y el posterior nacimiento de los hijos, trae consigo nuevas presiones y con frecuencia sucede que uno a ambos miembros de la pareja ponen en segundo plano su relación como pareja y en primer plano su rol como mamá y papá.  Durante los primeros meses la madre pasa por un cambio profundo y con cierta frecuencia he escuchado en consulta que se quejan porque su pareja no la ayuda lo suficiente.  Por su parte, el hombre, también siente presión debido a su rol proveedor de la familia, y con alguna frecuencia comienzan a trabajar más para poder cumplir con lo que considera es su responsabilidad. 



Poner la relación con su pareja en un segundo plano, pudiera ser pasajera o pudiera instalarse como una forma fija de relacionarse, ahora como padres.  Esto no es consciente, y será sólo cuando uno de los dos comience a sentir alguna molestia, como por ejemplo que no tienen relaciones sexuales ni con la misma frecuencia, ni con la misma entrega, ni con el mismo placer de antes o tal vez que siente que el otro no se ocupa ni de sí mism@ ni de él/ella… Puede que ya no hagan ejercicio, ni salgan juntos, ni tengan actividades individuales que les den placer… Y esto va creando una tensión que puede desencadenar una crisis de pareja… 

Cada pareja encontrará su propia manera de vivir y superar esta etapa.  No hay recetas.  Lo primero, como mencioné, es responderte la pregunta:  ¿"Puedo respaldar a esta persona por el resto de mi vida?  Si la respuesta es "sí", entonces viene la segunda parte: ¿Cómo?  Y aquí hay múltiples opciones.  Hay algunos que se centran en el aspecto sexual, otros en los planes como pareja, otros en la comunicación, otros en las creencias, otros en compartir placer y pasatiempos que fortalezcan la relación ... Y la verdad es que ninguna de estas opciones tiene porqué ser excluyente.

En mi experiencia, en esta etapa, es importante estar abierto a abordar a la pareja, abrir espacios de conversación, en los cuales puedan profundizar su conocimiento mutuo, ya sea sobre los planes individuales y de pareja, sobre el sexo (creencias y "tapujos", frecuencia, posiciones, tipos de caricias, juegos y juguetes, masturbación y cualquier otro tema que surja), los placeres individuales y conjuntos, las labores del hogar, los hijos... e incluso sobre las maneras de resolver las discusiones y los conflictos... 


En mi experiencia un buen punto de partida es identificar y expresar el aprecio que sientes por el otro (sin lentes color de rosa)... En todas las situaciones, hasta en las peores crisis, siempre hay algo que puedes apreciar del otro... Así que diría que la primera meta pudiera ser expresarle sentimientos de aprecio y agradecimiento a tu pareja... Si lo tomas como una práctica cotidiana, puedes expresarle a tu pareja cada día, un aspecto que aprecies de ella... Y si están en un momento de desacuerdo, pueden buscar, en ese momento, un aspecto que aprecie cada uno del otro y expresarlo...  El aprecio, como pude aprender, con mi querida maestra Elaine De Beauport, es una chispa de amor y la puerta de entrada del entendimiento y el acuerdo...