martes, 18 de diciembre de 2012

¿Con los Míos, Con los Tuyos o Con Nosotros?

Cuando se constituye una nueva pareja con frecuencia ocurre que al llegar la navidad y el año nuevo no saben cómo compartir.  Así como cada familia prepara sus hallacas y sus bollos a su manera y siguiendo su propia receta, cada nueva pareja necesita encontrar su propia forma de compartir y celebrar la navidad y el año nuevo.
 
Lo sano es conversar estas situaciones al comienzo de la vida en conjunto.   No obstante de no ser así, es necesario hablarlo y llegar a un acuerdo antes de que llegue la fecha, de manera que no se convierta en un conflicto. Identifique cada uno cómo se siente al respecto y expréselo a su pareja y escúchela también.
A veces alguno de los miembros de la pareja siente la necesidad y/o tiene la presión de compartir con sus padres y si el otro no tiene inconveniente lo hacen así... También puede suceder que ambos quieran compartir con sus respectivos padres y entonces es necesario llegar a un acuerdo.
Y ahora puede incluso suceder que los padres estén divorciados y por ende vivan separados e incluso tengan una nueva pareja, lo que pudiera implicar ampliar los acuerdos…
Puede darse el caso de que los padres de uno de los miembros de la nueva pareja vivan en una ciudad o país y los del otro vivan en la misma ciudad.  En esos casos podrían decidir pasar las fiestas un año con unos de los padres y un año con los otros. 
 
 
¿Y qué pasa cuando ambas familias viven en la misma ciudad?  Aquí existen varias opciones: Pasar la navidad juntos e ir como pareja a la casa de unos de los padres en navidad e ir juntos a recibir el año nuevo con los otros o pasar un rato con unos y el resto con los otros… o algunas parejas deciden que cada quien lo pasará con sus respectivos padres y también podrían decidir reunirse ambas familias en un solo lugar (en casa de algunos de los padres o incluso pudiera ser en casa de la nueva pareja) y celebrar juntos.
Y hay una opción adicional que consiste en celebrar las fiestas juntos como pareja, solos, ya sea en su casa o viajando a alguna otra ciudad y aprovechar para compartir tiempo juntos…
 
 
¿Qué decidir?
Depende de cada pareja y de las familias, conscientes de que ustedes mismos ya son la semilla de una nueva familia y que ésta es una oportunidad para hacerlo a su manera, sea cual sea la decisión que tomen en conjunto.

martes, 11 de diciembre de 2012

De la Casa de la Abuela al País de los que se han Ido

En honor a mi abuela Lola


Lola, mi abuela materna, fresca en mi memoria, dirigía toda la logística de la preparación de las hallacas y los bollos para Navidad y Año Nuevo. 
Cuando era niña recuerdo que  “robaba”, junto con mi hermano Carlos, los pimentones finamente picados en tiras que aún hoy tanto me gustan, y mi abuela “se hacía la loca” y no nos decía nada, en su complicidad de abuela consentidora.   La hechura de las hallacas era un acontecimiento familiar, muy femenino en las tareas, o por lo menos así quedó implantado en mi memoria.  
Recuerdo cómo a medida que iba creciendo, mi abuela me iba ascendiendo en el escalafón de ese magno evento que era hacer las hallacas y los bollos.  
 
 
 
El aprendizaje era practicando, nada de recetas ni medidas… aprendí el “punto” de la masa sintiéndola con mis manos, y a extenderla sencillamente en un acto de equilibrio entre muy fino y grueso y el amarre lo aprendí sintiendo con mis dedos ese punto preciso en el que la hallaca estaba segura mas no “ahorcada” con el pabilo.  Lo mismo sucedía con el llenado de la hallaca… la mesa estaba puesta en un orden que con los años se fue manteniendo, para “garantizar” que las hallacas tuvieran todos los adornos.
Por supuesto que el máximo peldaño era participar en la hechura del guiso… Comencé aprendiendo a lavar las hojas, a pelar y rebanar las papas y los huevos después de haber sido cocinados, y posteriormente fui aprendiendo a picar los pimentones, extender la masa, que durante años realicé adquiriendo cada vez mayor maestría, y también a llenar y amarrar las hallacas, que realmente era la especialidad de mi mamá… Por último, ya mujer, comencé a compartir con mi abuela ese día íntimo y casi secreto, que era la hechura del guiso que en nuestro caso tenía un toque dulzón típico de mi abuela y una textura firme y suave a la vez, como era ella. 
 

 
 
La recta final hacia la celebración de la navidad y el año nuevo implicaba reuniones con la familia y una preparación especial, que iba desde pintar la casa, poner los adornos navideños, preparar algunas comidas navideñas como el dulce de lechosa, y por supuesto escoger el sitio de reunión para ese año, que en ese tiempo sería en la casa de la abuela…. Recuerdo que me preguntaba si el Niño Jesús sabría que no iba a estar en mi casa de costumbre, y la verdad es que nunca se equivocó… estuviera donde estuviera el Niño Jesús siempre llegaba con sus regalos para mi hermano, mis primos y por supuesto para mí.
Y en este momento, en el 2012, miro a alrededor y me doy cuenta de que una gran cantidad de familias está desperdigada en diferentes partes del mundo…
 
Hijos, padres, primos, tíos, amigos cercanos, parejas están viviendo fuera del país… y eso de alguna manera  no sólo ha traído la “internacionalización” de la hallaca, los bollos, el dulce de lechosa, el pan de jamón y el pernil en Navidad, sino que además ha implicado que las mamás y  las abuelas separadas de sus hijos y nietos, las esposas o esposos que no se han visto en meses, los hijos, los primos o los tíos, ahora se trasladan no a la casa de la abuela, sino al país o países donde viven sus hijos, sus nietos, sus cónyuges o cualquier familiar que esté lejos…
 
En el caso de los que no tienen esa posibilidad de viajar físicamente,  celebran la navidad en sus casas y comparten (parejas, madre e hija o padres con sus hijos),  los preparativos y la reunión a través del Facebook, colocando las fotos  del pan de jamón recién horneado o la hechura de las hallacas o se encuentran por el Skype y se “ven las caras”, seguramente con sus “pintas” de Navidad o Año Nuevo, para seguir de alguna manera la tradición, que ahora en lugar de ser en casa de la abuela, implica hacer un viaje físico o virtual por distintas ciudades e incluso países para poder compartir en familia, como regalo del Niño Jesús.