sábado, 10 de marzo de 2018

Observarse

El día lluvioso y gris, de mañananita, se colea la camioneta bajando de la casa. Da vueltas, se desliza, no tengo control, suelto el volante y el freno y el estómago se me sube a la boca y veo una película, me veo y veo el entorno, una moto estacionada a la derecha, un hombre asustado que mira las vueltas que da mi camioneta y todo pasa en segundos. A Dios gracias  se detiene y no choca contra nada. Me observo un instante, tengo miedo, me siento agradecida, tomo una respiración profunda y pienso: "Apártate del camino para que no te lleven por delante". Reacciono, muevo la camioneta y me marcho, con una sensación entre susto y tristeza.   

Días después...

Los ruidos de mi carro estan en primer plano, observo la reacción de mi camioneta ante las irregularidades del piso, los huecos, los lomos de perro, cómo siente un breve, brevísimo deslizar de la camioneta, cómo siento mi mano en el volante y la sensación de que no se corresponde el volante con la dirección que toma mi camioneta. Siento miedo. Lo siento en mis manos agarrando el volante, lo siento en el palpitar de mi corazón, lo siento en mi estómago con acidez, lo siento en la tensión de mis hombros.  Sigo avanzando queriendo llegar a mi destino.  Me enfoco en llegar a casa. Me voy acercando cada vez más.  Llego a la redoma, subo por la carretera, consciente de las irregularidades de la calle, de que está mojado el pavimento.  Me observo tensa, con los ojos centrados en la vía, paso por el sitio donde me coleé días antes.  Me asusto, pienso: "Ya lo pasé y no ocurre nada, ya estás cerca de casa".  Sigo avanzando. Llego a mi calle.  Veo a mi amigo y vecino de enfrente. Siento alivio. Cuadro para estacionar la camioneta en mi garaje. Me doy cuenta que estoy tensa.  Me duelen los hombros, siento un vacío en el estómago y estoy invadida por una gran tristeza... Le digo a mi amigo que me siento muy insegura manejando.  Hablamos un rato y echando broma me dice que va a tener que hacerme una sesión de "esas que tú haces a la gente" a ver qué te pasa con el carro.  Nos reimos y me voy a casa.  

Voy subiendo los escalones y a medida que voy subiendo me doy cuenta cómo va creciendo mi tristeza... siento ganas de llorar y me invade, se me salen las lágrimas... Sigo observándome, observando mi tristeza, esa inseguridad al manejar del camino... y de pronto me viene una imagen, un flash. Veo a mi papá y en ese instante me doy cuenta, comprendo. Tengo activo mi miedo a tener un accidente de tránsito y morir en un carro, igual que mi papá.  

Apenas me doy cuenta mi tristeza disminuye y la tensión de mis hombros afloja, consciente de mi miedo y mi tristeza. Salgo al día siguiente, consciente de mí y la sensación de inseguridad disminuye. 

Una de las preguntas más frecuentes que recibo en consulta cuando le pongo una tarea de observación de sí mism@ a una persona, es cómo se hace.  ¿Cómo me observo?  

Observarse no viene de la nada, no hay una receta que puedas aplicar tipo paso 1, paso 2... Es un aprendizaje.  Es aprender a estar conectad@ contigo, aprender a identificar tus diferentes emociones, sensaciones físicas, pensamientos.  

Tu observador puede observar con tus ojos, con tus oídos, con tu gusto, con tu olfato, con tu tacto.  Cada quien observa a su manera, de acuerdo con su forma de ser y su manera de percibir.  Por ejemplo, si eres visual, seguramente tu observador mirará imágenes, si eres auditivo tu observador escuchará y así. 

En un comienzo suele ocurrir que observas con "delay", es decir que te das cuenta de tu "película" quizá uno o dos días después, y está bien. La miras, identificas lo que sucede contigo y eso te permitirá ir aprendiendo de ti. La siguiente vez es probable que en lugar de verte dos días después, te puedas dar cuenta un día después, hasta que logres hacer en tiempo real.  Esto es como la tecnología de comunicaciones que cada día es más rápida y conectada en el tiempo real.

Hay un muy buen ejercicio que consiste en desarrollar tu memoria corporal, para que luego puedas identificar la sensación en tiempo real. Tomas una emoción e identificas qué ocurre por ejemplo en tu cara cuando sientes esa emoción.  Por ejemplo estás contenta por un sorpresa que te dan tus amigos y te ríes a carcajadas. Graba la sensación de tu cara al reirte, graba cómo se sienten los músculos, cómo se sienten tus ojos, tu boca, cómo suben tus cachetes... Ese ejercicio de darte cuenta y grabar las sensaciones en tu memoria te ayudará a la hora de observarte en tu vida cotidiana. Con la práctica llega un momento en el que tu observador está allí, presente y darte cuenta comienza a formar parte de tu día a día.

Tu observador sólo observa, no juzga. Tu observador se mantiene en el centro.  No está ni a favor ni en contra.  El sólo mira y te lo muestra. Es tu decisión qué harás con lo que estás viendo. Es como cuando abres los ojos y ves lo que tienes en frente, justo antes de cualquier pensamiento, es sólo lo que ves, sin el "qué bonito" o "qué feo"... Sin calificación de ningún tipo.

No es lo mismo vivir en automático, con interferencias de tu vieja película o foto, que vivir consciente de cómo eres, en el presente y elegir en cada instante aquéllo que te haga sentir bienestar, desde tu película de hoy.


Si deseas mayor información o solicitar una cita puedes contactarnos por los teléfonos +58 4166387297 y +58 414 6387298 o por el mail leonorandrade29@gmail.com.