jueves, 9 de noviembre de 2023

Cómo observarse a sí mismo

Hay un tema que se repite una y otra vez en los procesos de acompañamiento en consulta, tanto individual como en pareja.  Me estoy refiriendo a la observación de nosotros mismos.  Esto requiere cambiar la dirección de nuestro lente, como cuando en nuestro celular cambiamos la dirección del lente para tomarnos un selfie.

¿Qué significa observarse a sí mismo?   Para mí, significa prestar atención a lo que pasa por nuestra mente, nuestra emoción y nuestro cuerpo en cada momento, sin intentar cambiarlo o evitarlo. Es mirar como un testigo neutral de tu propia experiencia, sin identificarte con ella ni reaccionar a ella. Así puedes reconocer lo que sientes y necesitas, y también lo que te hace bien o te hace daño. Como estamos acostumbrados a verlo todo desde nuestra perspectiva, nos cuesta soltar nuestro punto de vista pero como dice el dicho: la práctica hace al maestro.  

Sé que a veces es difícil ser consciente de nuestros pensamientos, emociones, sensaciones físicas y acciones, y más aún aceptarlos sin criticarlos o compararlos con los de otras personas. No obstante, creo que es un hábito que vale la pena cultivar, porque a medida que lo practicamos nos va llevando a otro nivel de conciencia y a vivir, desde el bienestar y la plenitud.

¿Y qué implica no juzgarse a sí mismo ni a los demás? Significa dejar de lado los juicios de valor que hacemos sobre nosotros mismos y sobre los demás, basados en nuestros prejuicios, expectativas o creencias. Es aceptar que cada uno es como es, con sus virtudes y defectos, y que todos tenemos derecho a ser respetados y valorados por nuestra esencia, no por nuestra apariencia o por lo que hacemos. Es comprender que nadie es perfecto, y que todos estamos aprendiendo y creciendo.  Implica incluso aprender a valorar nuestros errores y las experiencias “negativas” como una oportunidad para crecer como personas desde el aprendizaje y no engancharnos en la culpa y el juicio.

Hay un ejercicio muy bueno que aprendí del maestro Mooji, que consiste en ir soltando todo a medida que lo vamos identificando, hasta quedar totalmente vacíos, hasta de nuestra propia identidad.  Te sientas en silencio y a medida que van surgiendo pensamientos los vas soltando y dejando ir o incluso se los puedes entregar a Dios (puede ser al Universo, al Creador o cualesquiera sea tu vivencia con algún ente superior).  Una vez te sientas vací@  observa si queda algo.  Intenta soltarlo también.  Eso que no puedes soltar es tu Ser.

Durante un tiempo puedes sentir que es difícil, incluso se pueden acrecentar los pensamientos de “no lo vas a lograr”, “es demasiado difícil”, “no vale la pena tanto esfuerzo”. Es la mente luchando para no perder su lugar como el piloto de tu vida.  Créeme, a medida que vayas practicando, con paciencia y perseverancia notarás la diferencia en tu manera de asumir tu vida.  

¿Cómo podemos desarrollar estas habilidades? Hay muchas formas, pero voy a sugerirte algunas que me han funcionado:

  • Buscar un momento y un lugar tranquilo, donde podamos estar solos y en silencio, sin distracciones ni interrupciones. Puedes empezar practicando cinco minutos varias veces al día (en la mañana, al mediodía, al final de la tarde y en la noche antes de acostarte), y luego ir aumentando el tiempo de duración de cada práctica. Puedes adaptar mis sugerencias a la dinámica de tu vida.
  • Anotar en un papel, cuaderno o diario lo que vayas descubriendo sobre ti mismo en tus prácticas diarias de observación, de manera que cuentes con un registro y lo puedas revisar al final de cada semana o con la frecuencia que te sientas cómodo.
  • Ser muy persistente y repetir el ejercicio todos los días con regularidad, de manera que vayas tomando conciencia de tus pensamientos y cómo va disminuyendo su poder sobre ti.  Adicionalmente notarás que irás profundizando en el autoconocimiento de su Ser internior y podrás darte cuenta de los cambios que se van produciendo en ti mismo en tu vida cotidiana y en tu trato con los demás.
  • Sé amable y comprensiv@. Cuando te observas sin juzgar, puedes darte cuenta de que eres humano, que puedes cometer errores, y también tienes cualidades y potencialidades. Puedes tratarte con amabilidad y comprensión, sin culparte ni castigarte por lo que haces o dejas de hacer, y reconocer tus esfuerzos y logros. Esto te permite también ser más tolerante y respetuoso con los demás, sin juzgarlos ni compararlos con nosotros, sino valorando su diversidad y singularidad.

  • Identifica tus proyecciones. Si observas que te irrita o da mucha rabia algo que ves en otra persona, detente un momento y voltea tu lente y pregúntate si has sido así y observa lo que sientes. Estas rabias pueden estar indicándote que eso que estás viendo en la otra persona es tu propia proyección.  Aprovecha la oportunidad y obsérvate.           

A medida que practiques te irás dando cuenta de que los pensamientos van disminuyendo en frecuencia, cantidad y fuerza.  En tu vida cotidiana observarás que en lugar de reaccionar automáticamente ante lo que ocurre, te detienes y observas con detenimientos y apertura.  Puedes observar tus pensamientos al respecto y por ende puedes tomar decisiones serán más acertadas.   Si te capturas reaccionando en automático, no te preocupes.  En ese momento, tómate unos minutos y toma la ruta de la exploración. Recuerda, es cuestión de práctica.

Estas “prácticas” se van a ir  colando en tu manera de vivir.  Y vas a comenzar a vivir como el testigo de tu propia vida.  

Observarte a ti mismo y no juzgarte ni a ti ni a los demás son hábitos que se pueden aprender y mejorar con la práctica. No te desanimes si al principio te cuesta o se te olvida. Lo importante es tener la intención y el compromiso de hacerlo y ser muy persistente. Te aseguro que vale la pena: podrás vivir con más plenitud y alegría.

  



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