Busco. Hasta ahora ninguno me hace "click". Es demasiado grande o muy pequeño, mi espacio
resulta estrecho o muy amplio, muy corto o muy profundo… Algunos tienen demasiadas funciones que no se
acoplan a mí, o mejor dicho, que no conozco, y a otros algo les falta...
Hace tiempo que he estado fuera
del mercado y por momentos me he sentido anticuada para estos
nuevos modelos.
Pasan los meses y me desanimo, aunque sigo mirando por ahí: en
la calle, cuando salgo con amigos, y cuando nos reunimos en sus casas pregunto
sobre sus experiencias a mis amigas, a algun@s compañer@s de trabajo, en
algunos centros comerciales, en el cine, e incluso por Internet. Y nada…
Sin embargo, algo me dice que hay
uno en algún lugar, perfecto para mí.
Un día, paseando por ahí, como salido
de la nada, lo veo al otro lado de una tienda, lejos de mí. Aunque no lo logro visualizarlo con claridad,
se me acelera el corazón. Una emoción me recorre el cuerpo. Se detiene el tiempo y lo único que puedo ver
es a él. Me quedo allí, sin moverme. "¡Qué hermoso!" pienso. ¡Wow, me encanta!
Siento su mirada, fijamente,
desde el otro lado de la tienda y yo, ahí paralizada. Éste es, me digo. ¡No lo puedo creer! Y vuelo en fantasías. Me imagino compartiendo
con él, disfrutando con él, viviendo juntos…
Poco a poco me voy acercando sin
quitarle la vista de encima y él tampoco a mí.
Mientras más me acerco más me gusta, no sé qué hacer con tanta emoción.
Y aquí estoy, detallándolo centímetro a centrímetro, sintiéndolo... segura de
que es él.
A los pocos minutos, escucho una voz que me
dice: Veo que lo observa desde hace rato, ¿quiere llevarse el televisor?
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